EL MOTOTAXI… UN FENÓMENO SOCIAL…
¡QUE NO EXISTE!
Si no está estipulado, sino está
legalizado, si no hay una norma que lo establezca (y por consiguiente lo
controle y lo reglamente), entonces sencillamente… ¡no
existe!
¿Y por qué?
Porque supongamos:
“Yo, voy para mi casa conduciendo
mi motocicleta; acabo de almorzar en un restaurante cercano a mi residencia; en
el trayecto, una señora que lleva unos documentos en la mano, me hace el pare. Y
yo, no sé si por cortesía o por simple curiosidad, me detengo y le digo:
- - Señora, buenas tardes. ¿En qué le puedo ayudar?-
y la señora responde y me dice:
- - Buenas tardes, señor. Disculpe, ¿para dónde va?
- - ¿Yo? Pues para mi casa. ¿Por qué?
- - Porque resulta que voy para el hospital, y si no
llego a tiempo, es posible que pierda la cita que pedí hace como tres meses.
- - Entiendo. Pero insisto… ¿Yo, en que le puedo
ayudar?¿Necesita para el transporte, o qué?
- - ¡No, no, no! ¡Si yo tengo mijito! El favor que
le pido es si usted me podría llevar, y yo le reconozco para la gasolina.
- - Esteeeeee. Bueno, sí! Yo la acerco al hospital con mucho gusto…
De camino a su destino, la señora
me comenta que lleva algún tiempo esperando buseta, y nada; parece que no pasan
por ahí; y que pues, como no tiene suficiente dinero para el taxi, por eso se
atrevió a sacarme la mano, y a pedirme el favor. Y yo pienso que, si estuviera
en la misma situación que ella, quizás, haría lo mismo. Porque no creo que sea
ni la primera, ni la última persona, que sufre en nuestra ciudad, una situación
semejante.
Entonces, como a dos cuadras del
hospital, un par de motos de la Policía de Tránsito me dan alcance, y me piden
que me detenga.
Yo, preocupado por la inusual manera
de actuar de los agentes, reduzco la velocidad, les hago caso, y me orillo
cerca del andén a mi derecha. Pongo la direccional izquierda; dejo prendida la
moto, y entonces la señora que va de afán, se preocupa aún más y les pregunta a
los patrulleros:
- - Ajá, ¿pero qué pasa?- y uno de los patrulleros
le responde y le dice:
- - Qué pena señora, pero los detuvimos, porque el
señor que la lleva es un mototaxista, y eso no está permitido en la ciudad.- y
ahí intervengo yo y les digo a los patrulleros:
- - ¿Mototaxista yo?
Pero cómo así, si yo lo único que estoy haciendo es servirle a la
señora; porque ella me pidió el favor de acercarla al hospital y…- sin embargo,
el mismo patrullero me interrumpe y me dice:
- - A mí no me venga con cuentos, usted es
mototaxista y por eso le vamos a inmovilizar el vehículo. ¡Eso es ilegal!
- - ¡No, no, no!
¡No señor! Acaso en donde dice que yo soy un mototaxista; usted ve
acaso, algún aviso o distintivo que diga que esta moto es un mototaxi? ¿O a mí
me ve algún uniforme que lo compruebe? ¡No señor! Está equivocado, yo lo que
soy es un buen samaritano que al ver a una persona en apuros, le extiendo mi
mano y le presto ayuda; acaso usted en mi caso, ¿no haría lo mismo? – y el
patrullero me responde:
- - Sí, pero… - y yo no lo dejo continuar y le digo:
- - ¡Exacto! Entonces, cómo que me va a inmovilizar
el vehículo por hacer una buena obra, que cualquiera en nuestro caso haría- y
ahí, le cuento el resto de la historia. Entonces, el patrullero asiente con la
cabeza y me dice:
- - Pero, si nosotros lo que hacemos es cumplir
órdenes- y yo le digo:
- - ¿Órdenes? Pero piense que ustedes están es, para
hacer cumplir las leyes; esa, es su misión; ¿O no? Pero si no hay ley alguna
que diga que el mototaxi es una actividad ilegal, sino está estipulado, sino está legalizado, si no
hay una norma que lo establezca, y por consiguiente lo controle y lo regule,
entonces el mototaxismo, simplemente, no existe! Y si no existe, patrullero por
favor ¿qué estamos haciendo aquí? Recuerde que la señora va a perder la cita y todo eso que le conté; y por eso
les pido, con todo respeto, me den un permiso
que estamos de afán.- y la señora completa:
- - ¡Exacto! Sin embargo, gracias por la
preocupación, pero, ya nos vamos. Hastalueguito!...
- - (…)
En ese orden de ideas, ni la
Administración Municipal, ni el Consejo, ni la Gobernación, ni mucho menos el Gobierno
Central a través de sus Ministerios, ni nadie… están en condiciones de
prohibir, circunscribir, limitar o restringir, una actividad informal (mal
llamada mototaxi, motoratón, motorapid, o motocity como en Europa etc.) que aunque
muchos de nosotros la consideremos como tal,
simplemente, no existe y si no, que se atrevan a afirmar lo contrario. Pero
al hacerlo, reconozcan, por lo menos, que
este fenómeno social se ha convertido en una “cadena de favores” (como el favor del señor, a la señora del hospital…),que
le ha brindado a una ciudadanía que adolece de eficaces, eficientes y efectivos
medios de transporte y movilización, la posibilidad de satisfacer la necesidad
que tenemos todos de llegar a nuestro destino… aún más rápido, sí (pero no por
eso, del todo más seguro); más cómodo, sí (y no tan estrechos como en otros
transportes); más económico, sí (y por eso, aún más solicitado), y que llega
adonde otros no llegan, sí (tal como la propaganda del cepillo de dientes aquel;
y no por eso el único puerta a puerta), y hasta más ecológico, sí (ya que emite
menos agentes contaminantes que otros)… en últimas, un servicio que ofrece una
verdadera fuerza de trabajo alternativa para propios y extraños, afín de
resolver ( y/o aportar soluciones, eso sí de manera desorganizada, hay que
reconocerlo…) la gran problemática del transporte urbano que sufre la comunidad
en innumerables sectores del Distrito.
El debate, está abierto. Por lo
tanto, si lo que se desea es brindarle
al pueblo una alternativa responsable de movilidad en nuestra ciudad, es
oportuno, pertinente, adecuado y acertado, contar con la opinión de los cientos
de miles de usuarios del servicio de transporte público en Santa Marta, quienes
día a día utilizan uno u otro medio para realizar sus quehaceres cotidianos; ya
sea para el trabajo, o para el estudio; ya sea para el juzgado, o para el
médico; ya sea para el mercado o para sus compras; en fin, son ellos, o
nosotros, quienes a diario movemos la economía local, aportando, desde
distintas esferas, al crecimiento de “La
Bahía Más Linda de América”.
Consecuentemente, si bien es
cierto que los ciudadanos elegimos cada tanto a nuestros representantes para la
Administración de la ciudad, lo mínimo que esperamos de ellos, es que se nos
sea tenido en cuenta nuestro sentir al respecto de esta problemática de
transporte; ya que usualmente, en las mesas de debate o discusión, hacen
presencia por un lado, o en una mano, los mototaxistas, sus asociaciones o
cooperativas; y, en la otra mano, o en el otro lado, se sientan los
funcionarios de la Administración. Pero, alguna vez se han preguntado: ¿Quién sostiene
ambas manos o partes? ¿Será necesario contestar
una pregunta tan obvia? Pues desde luego que la comunidad; es decir, los
usuarios del servicio de transporte. Porque si no hay demanda, entonces quien
oferta; porque si no hay pueblo que administrar, para qué mandatarios. Es
decir, es la comunidad misma, la que permite que tanto una como otra, exista
y/o subsista. Es la comunidad, la directamente responsable de que ambas partes funcionen,
para bien o para mal.
Sin embargo, a la comunidad, o a
los usuarios, jamás de los jamases se le ha preguntado acerca de que les
parecen las medidas que toma la Administración al respecto; o que piensan
acerca de las protestas de los mototaxistas; será que estarán de acuerdo con
las unas o con las otras; será que consideran oportunas, pertinentes, adecuadas
o acertadas tanto las unas como las otras. ¿Será que tanto unas como otras
contribuyen positivamente a mejorar la calidad de vida de la mayoría?; es decir
de los usuarios que, ¿son la mayoría, no? Porque hay que aclararle a quien no
lo recuerde o bien, no lo sepa, que en la mismísima Carta Magna de la nación
está consignada una filosofía magistral que dice que: “Los intereses colectivos, priman sobre los particulares”. Significa eso que, ya que los usuarios del
servicio público de transporte urbano suman varios cientos de miles, es
absolutamente válido invitarle a participar de la discusión, ¿no?
Con esto, la ecuación más
responsable y solidaria sería:
1.000 (?) Servidores Públicos +
5.000 (?) Mototaxistas + 300.000 (?) Usuarios = ¡Una Ciudad Feliz!
Sí, ¡Una Ciudad Feliz! ¡Que
participa! Que se preocupa por darle inclusión a aquellos que no tienen voz, y
por consiguiente ¡ni voto, en la discusión! Una ciudad feliz; sí, habitada por
personas conscientes de la importancia de ser parte de las soluciones, que brotan
como alternativas eficaces para mejorar a nuestro juicio, las condiciones de vida
que nos corresponden.
Es por eso que, desde aquí, desde
el seno de la comunidad, surge la primera propuesta para mirar de cerca el
fenómeno del mototaxismo y/o el servicio de transporte público en la ciudad,
que con la ayuda de las fuerzas vivas de la misma, los gremios, las asociaciones
de padres de familia, los sectores solidarios, las juntas de acción comunal, el
comercio formal e informal y, la academia, conformaremos el primer comité que
se encargará de darle vida al representante de los usuarios del servicio en las
mesas de debate; elegido este por la comunidad misma, con la intervención
metodológica que exija el caso, desde la Universidad del Magdalena, esta figura se convertirá en el “Defensor
de los Derechos de los Usuarios del Transporte Público Urbano en Santa Marta” --¡Una estrategia de participación, para los que no tienen voz, ni voto
en la discusión!- con la veeduría estricta, puntual e imparcial de los
medios de comunicación.
Así es, el “Defensor de los Derechos de los
Usuarios del Transporte Público Urbano en Santa Marta”,
será el mecanismo ideal para participar activamente en las mesas de
diálogo; así como en los servicios públicos; así como en los servicios de
salud, o de comunicaciones, ya sea como defensor del televidente, del lector o
del oyente, el “Defensor de los Derechos de los Usuarios del Transporte Público Urbano
en Santa Marta”, será el encargado de presentar a consideración de la
Administración Distrital, una serie de propuestas serias (provenientes de todos
los sectores interesados) con el fin de formalizar el servicio del mototaxismo;
esta actividad informal que le ha prestado a la ciudadanía un auxilio
inigualable en temas de transporte y movilidad. Pero para que la formalización
suceda, es indispensable que colaboremos todos en su correcta organización. Si
bien es cierto que las personas que ejercen dicha actividad proporcionan, con
su labor, mayor rapidez, mayor economía, mayor cobertura y algunas veces, hasta
mayor comodidad que otros prestadores del servicio, es pertinente reconocer que
no todas las personas que conducen estos vehículos están calificadas, ni
entrenadas técnicamente para tal fin. Al igual que no todas las motocicletas
están en las mejores condiciones técnico-mecánicas básicas.
Por tal motivo, es imperioso que
la comunidad aporte desde su propia visión, la responsabilidad que le atañe,
teniendo en cuenta que, son los mismos usuarios quienes han permitido que
cualquier persona (sin distingo de raza, credo, condición económica o
afiliación política…) ejerza dicha actividad, sin percatarse, por simple
sentido común, de si la persona que le presta el servicio es la más idónea para
conducirla a su destino; de que estén correctamente vestidos, y/o medianamente
presentados (y no en bermuda y chanclas por ejemplo), muchas veces vemos que ni
zapatos tienen; o de que los cascos de seguridad estén en buen estado al menos,
por no decir limpios… De manera que, es necesario que el usuario de este
servicio, reconozca que la desorganización del mismo es también propiciada por sí
mismo; después, no se pueden quejar alegando que la persona que los transportó
les hizo tal o cual fechoría; ya que si mal no estamos, cuando éramos chicos
todos, nuestros padres, o familiares cercanos, nos recomendaban que no
habláramos con extraños, ni les aceptáramos regalos o dulces etc. En ese
entonces no habían mototaxis supongo, pues de lo contrario, en semejantes
circunstancias tan inseguras por lo demás, ni de fundas habrían permitido que
lo utilizáramos…
El “Defensor de los Derechos de los Usuarios del Transporte Público Urbano
en Santa Marta”, ¡Una estrategia de participación, para los
que no tienen voz, ni voto en la discusión!-
Si en verdad el mototaxi es
tan útil como lo perciben el común de sus usuarios, lo mínimo que se le
solicita a la comunidad es que coadyuve en su efectiva organización, que
colabore para que exista; pero para que exista bien, para el bienestar de
todos.
Roguemos todos, para que en esta
nueva oportunidad aquella máxima célebre: “Vox Populi, Vox Dei”, “La Voz del Pueblo es
la Voz de Dios”, tenga real valor, posea la virtud que le corresponde,
y nuestros “clamores colectivos” sean tenidos en cuenta, o por lo menos, sean
escuchados… O sino, vamos a tener que
conformarnos con el mensaje de la
propaganda de televisión aquella que decía: “Si no aparece en las páginas
amarillas, ¡No existe!”
Continuará….
La siguiente parte del documento,
con las respectivas propuestas de solución alternativa… se las haré llegar en
los próximos días… (La Comunidad… tiene derecho a elegir…)
Por su atención; ¡Gracias mil!